domingo, 4 de septiembre de 2011

Capítulo 3 - Amigos para siempre

Blood & Thunder
Capítulo 3
Amigos para siempre
"Somos una orden seria, no un grupo de juerguistas que se toma sus obligaciones con hidromiel y sulfurón. " Rakkyatt
La mesa salió a través del ventanal, creando una lluvia de cristales multicolor que relucían al sol lanzando destellos. El mago apareció de pronto delante de la mesa y se rió a carcajadas por el destrozo provocado. El orco saltó por la ventana rota y se plantó con gesto amenazante ante el mago con las hachas prestas.
– Kandel... te voy a arrancar las malditas entrañas. – amenazó el orco.

– Mmmm... será divertido de ver, sin duda. – respondió Kandel.
Las manos del mago empezaron a despedir pequeñas llamas mientras preparaba otro de sus conjuros. El orco se lanzó a la carga y Kandel se volvió a teleportar unos metros más allá. Cuando el orco volvió a cargar Kandel lo convirtió rápidamente en una oveja. El mago comenzó a reír a carcajadas mientras el orco – oveja daba vueltas sin rumbo establecido. Entonces una enorme sombra se posó sobre Kandel.
– Reviértelo orejas picudas – ordenó Borf.
Kandel lanzó otro hechizo y el orco volvió a recuperar su forma habitual. Miró a Kandel con ira y acto seguido dirigió su vista hacia el resto de sus acompañantes. Toda la plana mayor de la orden estaba reunida. Rakkyatt, Holyn, Ärthäks, y Ghral. Se lo pensó dos veces y guardó sus armas.
– ¿Qué está pasando aquí, Urrk? - preguntó Rakkyatt al joven orco.

– Mi señor, su hijo, en una de sus muchas... "bromas" me lanzó un hechizo y mire – el orco se señaló la cabeza mientras hablaba. - Mi maravillosa melena. Me la ha quemado hasta la raíz. Me ha dejado calvo.

– Urrk, el pelo vuelve a crecer. Aunque no te preocupes, Kandel será castigado convenientemente. - Urrk miró a Kandel con superioridad y una sonrisa en la cara. - Y tú también. Pagarás los destrozos de la taberna, Urrk. Somos una orden seria, no un grupo de juerguistas que se toma sus obligaciones con hidromiel y sulfurón. Espero que esta lección os haya quedado bien clara.

– Sí, señor – respondió Urrk.
El grupo continuó su camino bajo la atenta mirada de los dos amigos. La orden Blood & Thunder había sido creada hacía ya mucho tiempo. Sus pilares estaban fundamentados en la fuerza el respeto y el honor. " Y Rakkyatt, sin duda, es una fiel representación de estos tres pilares – pensó Urrk". Un golpe en el brazo lo sacó de sus ensoñaciones.
A su lado, con aquella sonrisa petulante, Kandel le pedía perdón con los ojos. Aquella expresión de su amigo le transportaba a tiempos atrás, a las colinas de Durotar. Allí donde ambos se decidieron a luchar por la Horda, todo, en aquel momento, el hacha... la sangre...
Pero eso era otra historia, agua pasada. Ahora estaba en Lunargenta, divirtiéndose, y no permitiría que ningún recuerdo le estropeara aquel momento. Tomó a su amigo del hombro y se dirigieron hacia la taberna de nuevo. Entonces una voz a sus espaldas detuvo su avance.
– Kandel – llamó la voz.

Ambos amigos se giraron y ante ellos encontraron a Holyn. El Magister les indicó con un gesto que se acercaran a él. Los dos muchachos dirigieron sus pasos hacia él.
– La orden tiene una misión para vosotros – dijo – tenéis que ir al Monasterio Escarlata, en el Bosque de los Argénteos. El Comandante Escarlata Mograine tiene unos documentos que nos son muy necesarios a la orden. Vuestra misión es muy sencilla. Id a Monasterio Escarlata y acabad con él, acto seguido recuperad esos documentos.

– ¿A eso lo llamas tú fácil? - preguntó Kandel con irreverencia.

– No te preocupes, tendréis ayuda.
Una goblin con dos coletas salió de detrás del no–muerto con gesto hosco. La pequeña goblin, tenía dos enormes coletas que se peinaba hacia arriba y una túnica de tela desgastada de los caminos. Sin duda, era una luchadora.
Urrk supo en seguida de quien se trataba aunque era la primera vez que la veía en persona. Todos en Blood & Thunder conocían a Raisidian, la hija de Borf. Ella era tan conocida como el mal que la aquejaba. Nadie sabía exactamente por qué, o que maldición o locura atormentaba su cerebro, pero la goblin se creía un tauren desde que tenía memoria. Su padre adoptivo, en lugar de devolverla a sus cabales y sacarla de su error, la hundió aún más en la locura haciéndole creer que sí que era un tauren, que no había crecido por culpa de unas fiebres que le dieron de pequeña.
– Hola goblin gigante – dijo dirigiéndose a Urrk – Hola tito Kandel.
La locura de la niña llegaba hasta tal punto que pensaba que toda la familia Bar'el eran tauren. Solo que tenían los cuernos raros. Pero el caso es que, sin duda, era una valiosa aliada al mismo tiempo que un problema. Y el problema veía desde su padre adoptivo. Era tan sumamente protector con la pequeña, que si le pasaba algo tomaba represalias con sus compañeros de viaje por no haberla protegido.
– Bueno, - preguntó Holyn – ¿tenéis alguna duda?

– No, Magister, nos haremos cargo – respondió Urrk.
El dispar grupo se dirigió con paso firme hacia el portal que les transportaría a Entrañas. De allí al Bosque de los Argénteos, no tardarían demasiado en llegar.
A media tarde, vieron el son que iluminaba el monasterio lanzando tímidos destellos de luz de las piezas metálicas de la fachada. Los tres compañeros entraron al interior y se dirigieron con paso firme hacia una de las puertas, la que conducía a la catedral. Desde fuera, se oían los ruidos de la pelea, El entrechocar de espadas, el acero hundiéndose en la carne. Los tres compañeros de viaje se miraron entre ellos, Y avanzaron un paso. No sabían lo que les esperaba dentro pero, mirándose a los ojos en seguida supieron que lo afrontarían juntos.


CONTINUARÁ...

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